El Estado no le debe hacer el juego a quienes están interesados en que la delincuencia crezca para incrementar el volumen de utilidades. Porque de todo este clima de inseguridad
alguien sale
beneficiado. ¿Quién o quiénes? son preguntas que todos nos hacemos. Por supuesto que la respuesta es diferente y varía según el ángulo desde donde se vea y se reflexione sobre el fenómeno. Pero cuando hablamos del
por qué, estamos
indagando las
causas del fenómeno.
Por Roberto García Hay que examinar el conjunto de las causas que hacen posible la delincuencia, la causa última y principal es la desigualdad social, la marginalidad y falta de oportunidades. Luego entran los intereses de negocio y políticos. Porque están los que no quieren que la delincuencia desaparezca o disminuya porque es su modus vivendi y los que están interesados en que los planes contra la delincuencia del actual gobierno fracasen para crear las condiciones de inestabilidad, ingobernabilidad, insatisfacción y volver a gobernar. Esto está muy claro.
Es la pregunta que todos nos hacemos. Por supuesto que la respuesta es diferente y varía según el ángulo desde donde se vea y se reflexione sobre el fenómeno. Hay una corriente de opinión que responsabiliza al gobierno actual diciendo que este no tiene planes, que los funcionarios que están en el mando no saben lo que están haciendo, que no hacen todo lo que deberían hacer, etc. Pero si esto fuera cierto, entonces, también sería cierto que los gobiernos anteriores tampoco tenían planes y los funcionarios no sabían lo que hacían, porque aquellos gobiernos aplicaron los planes, digámoslo así, más atrevidos, como el mano dura y el super mano dura y la delincuencia siguió creciendo hasta alcanzar los niveles que hoy nos asustan. ¿Por qué fallaron aquellos planes? ¿Eran reales? O ¿Eran sólo propaganda?
Pero cuando hablamos del por qué, estamos indagando las causas del fenómeno. El problema es que tanto los gobiernos anteriores como el actual están combatiendo la delincuencia con los métodos equivocados. Entonces, no es un problema de planes ni de funcionarios, es un problema de visión, de enfoque, de diagnóstico y de voluntad política de ir hasta donde hay que llegar. Porque el combatir la delincuencia privilegiando la represión activa la espiral que nos ha llevado hasta donde estamos. La lógica no puede ser: a más violencia delincuencial más violencia represiva del Estado, porque el Estado se convierte en cómplice del fenómeno. El Estado no le debe hacer el juego a quienes están interesados en que la delincuencia crezca para incrementar el volumen de utilidades. Porque de todo este clima de inseguridad alguien sale beneficiado. ¿Quién o quiénes?
Hay que examinar el
conjunto de las causas que hacen posible la delincuencia, la causa última y principal
es la desigualdad social,
la marginalidad y falta de oportunidades. Luego entran los
intereses de negocio y políticos. Porque están los que
no quieren que la delincuencia desaparezca o disminuya porque es
su modus vivendi y los que están interesados en que los planes contra la delincuencia del actual gobierno fracasen para crear las condiciones de inestabilidad, ingobernabilidad, insatisfacción y volver a gobernar. Esto está muy claro.
¿Dónde habría que poner el énfasis? Si de represión se trata, porque el Estado se enamoró de la represión desde tiempo inmemorial, es decir, desde su nacimiento. La naturaleza del
Estado burgués es fundamentalmente represiva. Bien se podría decir que la historia del
Estado salvadoreño es la historia de la
represión en sus diferentes formas y énfasis. En primer lugar, habría que parar a quienes se lucran de la delincuencia, que son los mismos que están interesados que la gestión policial fracase y reine el estado de delincuencia en el que vivimos.
En segundo lugar, t
rabajar con seriedad y responsabilidad en el desmontaje gradual y sistemático de las
causas estructurales que hacen posible que la delincuencia de los diferentes signos exista. Está bien que el señor presidente escuche a los diferentes sectores, que les exponga sus planes de seguridad y otros, pero más importante es que cambie el enfoque.
Es necesario romper con el esquema: a
más delincuencia más represión del Estado.
La represión enfrenta las consecuencias pero no las causas. Y es a las causas a donde hay que llegar.
Tomado de Tendencia Revolucionaria